Los flujos de datos de las telecomunicaciones intercontinentales que zarpan desde Europa o Norteamérica podrían hacer escala o situar su base en la isla de Tenerife, dirigiéndose desde allí a sus destinos en África o Latinoamérica, comunicando entre sí de nuevo en la era moderna aquellos tres continentes de los que somos el nexo de unión natural.

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